Cuando se piensa en la figura del socorrista, lo primero que viene a la mente es un rescate dramático entre olas, alguien corriendo con un flotador rojo y haciendo Reanimación Cardiopulmonar (RCP). Pero la realidad es que, aunque los rescates existen y son fundamentales, no son ni de lejos la mayoría de las intervenciones que realiza un socorrista.
El trabajo diario de estos profesionales va mucho más allá del salvamento acuático. De hecho, la mayoría de las atenciones tienen que ver con problemas de salud más frecuentes, discretos y aparentemente menores… pero que, si no se gestionan bien, pueden complicarse. En esta entrada, vamos a repasar las emergencias más comunes que trata un socorrista en su jornada, y por qué conocerlas (y saber cómo actuar ante ellas) es tan importante como saber nadar rápido.
¿Qué emergencias más comunes atiende un socorrista cada día?
La mayoría de las veces, lo que se atiende son cosas más comunes… aunque igual de importantes. Aquí te contamos las que más se repiten.
1. Golpes de calor y deshidratación: el enemigo silencioso
Especialmente en zonas como Almería, donde el sol castiga fuerte durante buena parte del año, los golpes de calor y los episodios de deshidratación son una constante. Niños pequeños, personas mayores y turistas poco acostumbrados al clima son los más vulnerables.
Un socorrista debe estar muy atento a los síntomas: mareo, piel caliente y seca, pulso acelerado, confusión… El golpe de calor puede evolucionar rápido y, sin intervención, puede llegar a ser letal. En estos casos, es vital contar con un botiquín bien equipado para bajar la temperatura corporal, rehidratar y activar la cadena de emergencias si es necesario.
2. Picaduras y reacciones alérgicas
Las picaduras de medusa, insectos o abejas son una de las intervenciones estrella. No solo por su frecuencia, sino porque muchas veces vienen acompañadas de reacciones alérgicas más o menos graves.
Desde una simple urticaria hasta una reacción anafiláctica, el socorrista debe saber actuar rápido. Agua salada, frío local, antihistamínicos, adrenalina inyectable… según la gravedad, el protocolo varía. Por eso es tan importante que cada puesto cuente con un botiquín de primeros auxilios completo, como explicamos en nuestro artículo ¿qué contiene un botiquín de primeros auxilios?
3. Torceduras, contusiones y pequeñas heridas
Las zonas acuáticas están llenas de superficies resbaladizas, bordillos, piedras… Las caídas son constantes, sobre todo entre niños. El resultado: tobillos torcidos, rodillas con golpes, muñecas doloridas y algún que otro chichón.
Una buena parte del día de un socorrista consiste en inmovilizar, aplicar frío, realizar curas rápidas y recomendar revisión médica si procede. Saber diferenciar una lesión leve de algo más serio es parte de su entrenamiento, y de nuevo, el botiquín es su mejor aliado.
4. Mareos y síncopes
El calor, el cambio de temperatura al meterse al agua, la falta de comida o ciertas condiciones médicas pueden provocar desmayos o bajadas de tensión. Y no siempre ocurren dentro del agua.
Un socorrista debe estar alerta a cualquier signo de inestabilidad en los usuarios, evaluar si es seguro moverlos, colocarlos en posición lateral de seguridad si han perdido el conocimiento, y actuar con criterio mientras llegan los servicios médicos.
Aunque menos frecuentes, las obstrucciones de vía aérea por comida o agua, o cuerpos extraños en ojos u oídos, son situaciones donde cada segundo cuenta. El socorrista debe dominar la maniobra de Heimlich, la extracción de cuerpos extraños y el protocolo en caso de ahogamiento parcial.
Estos eventos, aunque menos visibles que un rescate, pueden tener consecuencias igual de graves si no se actúa de inmediato.
6. Reacciones dermatológicas y quemaduras solares
Algunas personas llegan a la playa con la piel sin proteger y se exponen varias horas al sol, lo que puede derivar en quemaduras de primer grado, insolaciones o urticarias por fotosensibilidad.
El socorrista puede orientar sobre el uso de cremas, aplicar lociones calmantes, cubrir las zonas afectadas y recomendar evitar más exposición. Este tipo de atención es muy habitual en zonas turísticas.
En Global SENSOS, no solo enseñamos a nadar y rescatar. Formamos a socorristas completos: profesionales preparados para actuar en cualquier tipo de emergencia, desde una torcedura de tobillo hasta un golpe de calor crítico.
Nuestros cursos de socorrismo incluyen prácticas reales, simulaciones y una formación sólida en primeros auxilios, incluyendo el uso profesional del botiquín y la atención en escenarios urbanos y naturales.
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Recuerda: el buen socorrista no es el más rápido nadando, sino el que mejor sabe prevenir y actuar. Y Global SENSOS está aquí para enseñarte exactamente eso.